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Béisbol

«Miedo excesivo y sabermetría» han convertido al lanzador abridor en «pony de exhibición» en GL

Aseguran organizaciones quitan la principal atracción de los fanáticos al reducir a los caballos de batalla en el juego. Manoah es un crítico de esa realidad.

Por Miguel Pichardo/RD360

SANTO DOMINGO.- La llegada de la llamada revolución tecnológica en el mundo ha provocado cambios en el quehacer de todas las actividades universales, y el béisbol no ha sido la excepción. Hoy se aplican mediciones matemáticas (sabermetrías) en el desempeño de cada jugador en todos los renglones del juego para alcanzar mejores resultados. Usted ve a los jugadores con tableta en manos, estudiando al lanzador contrario, y viceversa, pero igual a mánagers y el resto del cuerpo técnico. Sobre esas mismas mediciones disponibles, los lanzadores suben a la colina de los sustos con ciertas limitaciones y conscientes de que estarán siendo celosamente supervisados.

En el béisbol de este tiempo, pero, además, también se aplican los llamados ships defensivos -cuestionados por muchos- frente a cada bateador, entre otros «fenómenos».

El dominicano Pedro Martínez, inmortal de Cooperstown.

Muchas personas creen que los múltiples cambios le han quitado la esencia al juego de pelota, con mecanismos excesivos bajo la excusa de la aplicación tecnológica.

En el caso de los lanzadores, la «sabermetría» se ha combinado con el excesivo celo y los cambios que se vienen aplicando desde hace décadas en el béisbol, por lo que ya escasean los juegos completos, se da una aparente mayor importancia a los relevistas con el uso de tres y más durante el juego, lo que ha limitado la cantidad de innings lanzados y los triunfos de los abridores, entre otras situaciones.

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El periodista Jeff Passan, de la cadena estadounidense ESPN, aborda el tema, tocando una de las aristas más «afectada» del tema como son los lanzadores. Y lo hace en una entrevista al estelar monticulista Alex Manoah, de los Azulejos de Toronto, quien se manifestó en desacuerdo con lo que llama «arbitrariedad» de las restricciones aplicadas a los lanzadores abridores durante las últimas cuatro décadas, a través de «un cóctel de miedo y matemáticas».

El interesante trabajo de Passan analiza que los múltiples cambios aplicados a los lanzadores abridores en las Mayores no han evitado el cada vez mayor número de serpentineros lesionados en las últimas temporadas. plantea que el lanzador abridor, «principal atracción del béisbol, el caballo de batalla» es hoy sólo «un pony de exhibición».

El zurdo John Briggs es sustituído en el montículo.

«Soy un tipo grande», dice Manoah, de 24 años, ahora. «Soy fuerte como un caballo. Estoy hecho para esto… Puedo recibir algunos golpes, hombre. Si no dejas que un lanzador lance, nunca lo vas a dejar fortalecerse. Nunca vas a dejarlo que tenga problemas. Yo digo esto todo el tiempo: ‘Deja que me pateen el trasero’. Entienden a ese perro que hay en mí. Quiero estar ahí afuera».

Señala que esta temporada, el conteo de lanzamientos para los abridores se ha reducido a un promedio de 84.4, 10 menos que el estándar que se mantuvo durante décadas. La apertura típica, largo, constante, alrededor de seis entradas, se ha reducido a apenas cinco. Los juegos completos casi han desaparecido.

«Las lesiones en los brazos siguen siendo omnipresentes, con más de $100 millones en salarios esta temporada perdidos por tiempo en la lista de lesionados. La supuesta prudencia de los equipos en disminuir la carga de trabajo de los lanzadores simplemente alteró la forma en que esos lanzadores abordan el juego. Esperan su tiempo finito en el montículo con lanzamientos de máximo esfuerzo, a pesar de la evidencia de que esos lanzamientos de alto esfuerzo agregan estrés y tensión a las articulaciones vulnerables del brazo. Resulta que menos no es más», plantea Passan.

El problema es visto también con preocupación por un director de fincas de la Liga Nacional, quien según expone Passan dijo: «todo el mundo está adivinando. Incluso los médicos no lo saben. Lanzar es algo difìcil de hacer».

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El zurdo Clayton Kershaw, de los Dodgers.

Con relación a Manoah, con récord de 9-3 y efectividad de 2.33 en 16 partidos con los Azulejos, éste «creció durante los últimos vestigios del apogeo del lanzador abridor, cuando 200 entradas en una temporada eran una expectativa, no una anomalía. Se maravilló con Randy Johnson y Greg Maddux, el dominicano Pedro Martínez y Mike Mussina, de cómo la recta de Justin Verlander ganaba velocidad a medida que se alargaba el juego. Es exactamente el tipo de carrera que desea, incluso si sabe que nada contra la corriente.

«Creo que es una especie en extinción. Y apesta. Así es como funciona el béisbol. Es más un juego analítico… ¿Qué iba a pasar si le decías a Pedro Martínez hace 15 años que lo ibas a sacar porque podría permitir una carrera la próxima vez? Buena suerte con eso. Tenías que matarlo para sacarlo de ese montículo. Eso era algo que siempre quise ser», agregó Manoah en la entrevista con Passan.

Quizás con el tiempo. Por ahora, Manoah celebra las pequeñas victorias. Unas semanas después de la conversación inicial en 2021, el gerente general de los Azulejos, Ross Atkins, le dijo a Manoah que no tendría un límite de entradas. Pero, dijo Atkins, en ausencia de uno, debían ser inteligentes, proactivos y seguros. El enfoque de los Blue Jays es noble y pragmático, pero subraya que Manoah es la excepción. Y esa es la paradoja: en el universo actual del béisbol, hay mejor entrenamiento, mejor infraestructura, mejor conocimiento, una mejor base para apoyar la formación del abridor. Entonces, ¿por qué el béisbol lo está erradicando sistemáticamente?

Greg -El Profesor- Maddux.

En un profundo análisis sobre el tema, Passan expone que «muchos de los principales y mayores males de la liga de béisbol (el ritmo somnoliento, la falta de acción, el predominio de un enfoque de todo o nada en el plato) pueden atribuirse directamente a la evolución del abridor. Él debería ser la piedra de toque del juego y, sin embargo, los equipos de la MLB operan como si a menudo les fuera mejor ganar sin él. Y a veces es así. Una franquicia de béisbol, con el mandato de posicionarse mejor para ganar juegos, desmonta números para descubrir incluso la ventaja más minúscula. El pitcheo ha demostrado ser un terreno fértil».

La historia del abridor que desaparece es una en la que el análisis supera a la estética. Una confluencia de factores (equipos de mercado pequeño luchando por sobrevivir entre sus hermanos adinerados, el aparato de béisbol juvenil roto, la ignorancia general de la industria sobre la salud del brazo) sirvieron como aceleradores, pero en el fondo había números demasiado convincentes para que los equipos los negaran.

El lanzallamas zurdo Randy Johnson.

Los esfuerzos por mantener saludables a los lanzadores ya habían degradado al abridor. En 1980, el mánager de los Atléticos de Oakland, Billy Martin, lanzó una rotación de cinco veinteañeros: Rick Langford, Mike Norris, Matt Keough, Steve McCatty y Brian Kingman. Lanzaron juegos completos en 93 de 159 aperturas. Todos sufrieron lesiones en el brazo que alteraron su carrera en cuatro años. Pronto se fueron, soldados de caballería antes de un auge tecnológico, y el juego completo terminó con ellos. Hace cuarenta y dos años, los abridores terminaban el 20.3% de los partidos. Esta temporada, es del 0.5%: 13 en 2432 aperturas.

Manoah no se burla tanto de la penalización por enfrentar por tercera vez a una alineación, sino que la ve como un mal necesario. (Su OPS contra la primera vez es .508, la segunda vez .596 y la tercera vez .689. El de la liga es .697, .719 y .770). A riesgo de sonar como un lanzador de hace dos generaciones, le importa sobre sólo dos números: entradas lanzadas y victorias. Él ve honor en un gran comienzo, en establecer un estándar del tipo que describe Wainwright.

Justin Verlander, de los Astros.

«Lo más importante para mí es llegar lejos en los juegos y ser un caballo de batalla», asegurò Manoah al periodista Passan, reconociendo que su tamaño le da una ventaja incorporada.
«Si intimido a un chico dos veces, no creo que deba hacerlo una tercera vez. Creo que lo volveré a intimidar. Cuanto más lanzo y veo los swings de estos muchachos, tengo más confianza en lo que tengo que lanzar. tengo más datos», agregó.

Refirió que se siente cómo en las últimas entradas, e siento cómodo en esas últimas. «Siento que el cuerpo realmente se mueve bien, la mecánica tiene un buen ritmo, todo fluye con facilidad. Puedo seguir atacando. Y los lanzamientos significan más. Dicen que solo tienes tantas balas en el brazo. Si solo hay tantas balas, ¿por qué no sacarles el máximo partido a todas? Así es como lo estoy abordando».

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Manoah ve lo que hizo en West Virginia, lanzando 120 y 124 y 125 y 126 lanzamientos entre las últimas ocho aperturas de su carrera universitaria, y se pregunta por qué ahora, cuando es más fuerte, más inteligente, mejor, no puede repetirlo. A medida que ha progresado su carrera, ha visto que el béisbol continúa exigiendo menos de sus lanzadores abridores. Manoah está rogando que el juego pida más.